JORGE G.MOLINERO

Jorge G. Molinero
Nota importante: A lo largo de esta correspondencia ficticia se han cometido errores ortográficos intencionalmente con el fin de emular con mayor fidelidad el estilo del material original. Además, las cartas cuentan con numerosos galeguismos para darle un punto más realista, pues los supuestos autores de estas cartas son gallegos.




29 de Marzo de 1896

Querida Manuela,

Desde que llegara á esta endemoniada isla hace poco más de un mes no tengo otro pensamiento en mi cabeza que regresar a Vigo y consumar nuestro matrimonio tal y como
te prometí. Pero nuestro imperio me necesita, no sólo á mi sino a todos los que podamos
a hacer algo, esos miserables rebeldes no comprenden que el sol no se ha de poner sobre nuestros dominios. Y no es porque lo diga yo, lo dice también el Capitán Relando y Saavedra, que es un hombre de estudios, pues es sobrino de un marqués.

La vida en la Armada no es tan dura como algún parvo de interior podría hacerte creer.
Nos despiertan a las seis de la mañana cada día y nos hacen hacer las labores de mantenimiento propias de una embarcación militar de primer nivel, como lo son las
españolas. Luego avanzamos con nuestros objetivos, en estos momentos nuestra misión
es bloquear los puertos de los rebeldes cubanos para cortar cualquier tipo de suministro
que pudiera llegarles. Los miembros de la infantería de marina, como yo, nos bajamos en
los puertos y mantenemos a ralla a la población. Todavía no fue necesario matar a nadie,
pero si requerimos del uso de nuestra superior fuerza para controlar á algunos paisanos
que se negaban a prestarnos su cooperación.

Como ves, todo marcha bien y no debería costarnos excesivo esfuerzo ni tiempo suprimir
esta absurda revuelta y poder así yo regresar contigo,
Bicos,
Enrique



8 de Febrero de 1897

Querido Enrique

Cuando esta mañana vi tu carta en el buzón mi corazón dio un vuelco, luego mire la fecha de la carta, ¿tantos meses puede tardar en llegar una simple carta? Supongo que estas bien, pues no ha llegado ninguna necrológica con tu nombre, pero, aun así, debes tener cuidado y no confiarte, pues como dice el refrán "as campas, cando tocan, non tocan para os que morren, tocan para os vivos, para que de morrer se acorden".
La vida aquí en Vigo sigue, el otro día fui á ver a Lucia, mi prima, y le conté lo mucho que te echo de menos, pero ella me dijo que no debía preocuparme. Dijo que los insurrectos cubanos no eran más que unos bárbaros incivilizados y que solo un paspán podría acabar mal parado en una guerra contra ellos, además, me dijo que realmente eras muy afortunado, pues ahora estás pudiendo ver mundo. Eso me hizo pensar, yo nunca he salido de nuestra preciosa provincia de Pontevedra asi que, en cierta medida, te envidio.

¡Quién pudiera ver lo que tu estas á ver ahora!

Traía el otro día el Faro en primera página un artículo que hablaba sobre la valentía que
nuestras fuerzas estaban demostrando en la guerra, no sólo eso, sino que, además, quien
fuera que escribiera el artículo se molestó en recopilar los nombres de todos los vigueses
que estais allí, al ver tu nombre me emocioné y guarde la primera página del noticiero
para que, a tu regreso, puedas verla y enmarcarla.

Como ves, te extraño, pero no tengo miedo ninguno porque sé que volverás,
Ata mais ver,
Manuela




7 de Julio de 1897

Querida Manuela

Me alegra saber que desde casa se sigue a través de los periódicos nuestros avances en
esta remota esquina del planeta, mas te gustará saber que el que te escribe ya no es un
mero soldado raso, sino un cabo de la Real Armada Española. Mi ascenso se debe a
nuestra primera escaramuza real, estábamos en alta mar cumpliendo con nuestras
labores de mantenimiento cuando un barco sin identificar se cruzó con nosotros. El
Capitán Relando y Saavedra dio orden a la misteriosa embarcación de detenerse y esta
se negó, por ello, la abordamos con planes de detener a todos sus tripulantes. Sin
embargo, estos (que eran un total de siete) se defendieron e intentaron acabar con
nuestras vidas, lo que nos obligó a pasar a la ofensiva. Al cabo de pocos minutos esos
pobres diablos acabaron todos muertos, mientras que entre nuestras filas no hubo baja
alguna gracias a mi rápida actuación con el rifle, ya que fui yo quien acabó con la vida de
cuatros de nuestros atacantes. En el barco encontramos un abundante suministro de
alimentos que probablemente iría destinado á los rebeldes cubanos, pero ahora ayudaran
á nuestras tropas.

Como ves, esta guerra está más que ganada así que pronto regresaré contigo a Vigo.
Cuando regrese caminaremos juntos por la calle García Barbón y te compraré un anillo de
bodas con el que pediré tu mano de manera formal, luego nos casaremos en la colegiata,
tal y como te prometí antes de partir.
No puedo esperar á verte,
Enrique

15 de Diciembre de 1897



Querido Enrique

Sí, quiero, sé que aun no me lo has pedido formalmente pero yo te respondo ya, quiero
casarme contigo, quiero tener a tus hijos, quiero pasar mis días junto a ti. Pero también
quiero que acabe ya la dichosa guerra, quiero que regreses junto a mi. Sé que ahora eres
un héroe, sé que ganaremos la guerra y sé que volverás vivo, pero habría preferido que
nunca hubieras tenido que dejarme, aunque dejaras de ser un héroe.

La Ciudad Olívica está cambiando mucho y tu te lo estás perdiendo. Y no me refiero a los
edificios, sino a sus habitantes, ¿te acuerdas de Doña Nieves la frutera? Falleció. Y no es
lo único que cambió. Dani, mi hermano, marchó a trabajar para Barcelona y a Don Bartolomé, el alcalde, lo fusilaron por oposición a la corona. El mundo está cambiando, y
lo está haciendo sin ti, has de regresar, o pronto serás un extraño en tu ciudad natal. Por
favor, debes retornar, tan sólo pide aunque sea un permiso, si te preguntan puedes decir
"marcho, que teño que marchar". Lo entenderán.
Regresa pronto,
Manuela.


17 de Junio de 1898

Querida Manuela

No te has de preocupar más, pues pronto regresaré. Pero no volveré ni victorioso ni
orgulloso, volveré derrotado, humillado y decepcionado con mi patria. Era todo mentira,
no contamos con una armada moderna, no somos un imponente imperio temido en el
mundo entero, somos una nación decadente, de segunda. Los estadounidenses,
Manuela, los estadounidenses, han entrado en la guerra y nos están destruyendo. No
podemos hacer nada, sus barcos son máss rápidos, más resistentes y asestan golpes
más demoledores. Estamos cayendo como moscas. Llevamos combatiéndolos desde
abril y en dos meses nos han asestado más daño del que hemos podido hacerle a los
insurgentes cubanos desde que la guerra comenzó en el 1895. Nos reíamos de los
cubanos, los llamábamos bárbaros pero, ¿qué somos nosotros a ojos de los
estadounidenses? Lo más probable es que firmemos nuestra rendición en uno o dos
meses, después volveremos a vernos, mi amor. Pero yo me pregunto ¿es esta rendición
un regalo o una maldición?
Te quiero,
Enrique

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