15-01-1942
Bosnia
occidental
Querido
amigo,
Sé
que siempre has estado protegiendo a mi bien preciado hijo,
apoyándole en los duros tiempos, en los que no había qué llevarse
a la boca, y en los todavía más difíciles, como ha sido la
reciente muerte de mi fiel amado Filip. Pero una vez más te suplico
tu solidaridad con esta pobre anciana.
La
razón de haber escrito ésta condenada carta es la de informar de
una noticia que no he tenido las fuerzas de compartir con mi niño.
Lo cierto es que padezco una grave enfermedad que poco a poco va
pudriendo mi sangre. No hace falta ser el mejor médico para
comprender que no me queda mucho tiempo. No sé cuánto viviré en
esta desolada granja pero de lo que sí estoy segura es que no me van
a enterrar sin antes haber dictado mis últimas voluntades. Por el
bien de mi hijo te haré llegar una serie de cartas previas a tu
regreso, tras el que, como bien sabemos tú y yo, reclutarás a mi
pequeño. Está bien preparado, lo sé. Es la viva imagen de su padre
que también vivía con entusiasmo la llegada de su alistamiento,
hace ya más de 30 años. Pero aún así sigue recorriendo por mi
cuerpo un desgarrador dolor que invade mis entrañas día tras día
al saber que cuando dé un paso fuera de esta finca, no lo volverán
a ver mis ojos, no lo abrazarán mis brazos, ni lo podrán proteger.
Estará sólo. Así que ten piedad y ayúdame en esta comanda, que
juro no volveré a pedirte más.
De
tu estimada amiga,
11-05-1942
Bosnia
occidental
Estimado
amigo,
Ya
hacen cuatro meses del envío de mi anterior mensaje, y gracias a
Dios he recibido tu respuesta. Eres un buen hombre y estoy muy
agradecida de que hayas tomado la decisión de ayudarme. Bien
recuerdo a tu buena madre que siempre decía que acabarías en las
miserias rescatando lo que otros desechan. Pero bien sabía yo que en
el fondo de su corazón había una llama de esperanza puesta en ti. Y
no me equivocaba. En su lecho de muerte recuerdo el brillo de sus
rosados ojos por las altas fiebres mirándote; y sintiéndose
orgullosa de ti, como en el fondo siempre lo había estado. Y como te
lo transmito hoy yo a ti, espero tú se lo transmitirás a mi hijo,
que a menudo me he quejado de su vaguería y terquedad al dejar los
estudios para ayudarme en la granja y prepararse para formar parte de
los partisanos algún día. Y ese día ha llegado. Lo que no esperaba
era que tuviera que ser así, de esta cruel manera. Pero
desgraciadamente no somos nosotros los que decidimos nuestro destino.
Y el mío ha tenido que ser éste. Así que llegado el momento está
en tu mano decirle la verdad sobre mi salud y estado. Y lo más
importante, protegerle en todo momento, como si estuviera yo allí
junto a él. Que no dudes lo estaré siempre.
Esta
maldita guerra nos está matando desde dentro arrebatándonos
nuestros mayores tesoros como lo son nuestros seres queridos.
Glorioso será el día en el que no anuncien en la radio el nombre de
algún pobre desaparecido o asesinado. No imagino cómo tienen que
sentirse sus madres al haber presenciado la muerte de un hijo. Yo
aunque no tenga mucha suerte, no tendré el horroroso recuerdo de
haber enterrado a mi hijo. De ello por el momento estoy segura.
Recibirás noticias mías pronto amigo mío, como yo también espero
las tuyas.
De
tu estimada amiga,
Stjepan.
03-08-1942
Bosnia
occidental
Queridísimo
amigo,
Me
alegra saber de ti después de todo este tiempo. Por aquí las
enfermedades afloran y van aniquilando a su paso a todo ser vivo, sin
perdonar a niños y jóvenes. Se acerca el día de tu llegada, y cada
vez se me revuelve el estómago más al pensar en el momento de la
despedida. Ya he tenido suficientes meses para pensar en cómo me
gustaría que fuera, si es de tu agrado. Por un lado lo mejor sería
decírselo al haber acabado la batalla, cuando ya haya un pensamiento
de alegría en él. Pero por otro me gustaría que antes de que le
dejara de ver supiera la verdad, que entendiera por qué lo he hecho,
y que siempre me tendrá con él.
En el frente o en cualquier otro
momento de su, espero, larga vida. Así que he pensado que el momento
llegue cuando estéis cabalgando juntos escapándoos de mi vista,
cuando ya no pueda dar marcha atrás para que no sea más difícil,
ése será el momento elegido. Antes le daré el abrazo y el beso
más intenso y fuerte que he dado en mi vida. Y he vivido muchos
años. Tú estarás ahí viéndolo todo, cada detalle, y lo
contemplarás con una gran sonrisa al acordarte de todo esto. Cómo
el amor de una madre puede llegar a ser tan grande que llegue a hacer
lo que sea que esté en su mano por su hijo, para que sea feliz. Y
ese es el sentimiento que tengo cada día y he tenido siempre. No
hace falta que le digas cuánto y cuán profundamente le quiero
porque él ya lo sabe y se lo demuestro todos los días. Tú
básicamente cíñete a lo que te he explicado.
Cada día me voy
encontrando peor y espero llegar al día que tenga que decirle adiós
a mi pequeño, porque si no, no se lo perdonaré a Dios nunca. Y con
esto me despido amigo mío, nos veremos en poco tiempo y, por si no
tengo la ocasión de decírtelo, te doy mis más sinceras gracias por
lo que estás haciendo. Siempre has sido como un hijo para mí. Que
Dios te bendiga.
De
tu estimada amiga,
Stjepan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario